Los viajes en metro
Me sumerjo en las profundidades, en los túneles subterráneos. Una marea de personas grises me envuelve, a veces me pregunto - ¿Qué pasaría si ahora perdiera el conocimiento? ¿Alguien lo notaría?
Caerme al suelo estrepitosamente sería prácticamente imposible
con tal mar de personas que me rodean y aplastan.
con tal mar de personas que me rodean y aplastan.
Para desechar tales ideas, me pongo mis cascos amarillos y saco mi libro preferido, mi manual de vida,
el libro del principio y el fin … Un libro. Y me olvido de mi alrededor, y los de mi alrededor se olvidan
a su vez de mi. Navego en una nube, probablemente esta mañana no me ha dado tiempo de tomarme mi café y estoy demasiado dormida para escribir un texto con sentido.
¿Cuántas vidas se entrecruzan cada día? ¿Cuántas historias albergan las ciudades?
Levanto los ojos del libro, sigue la musica de fondo, cuantas personas a mi alrededor,
¿En que piensan?¿Como se llaman?¿De donde vienen y a dónde van?
Insignificantemente únicos, somos todos nosotros.
Veo mi reflejo en el cristal de la ventana y entonces descubro que yo veo algo que ninguno de ellos podrá ver jamás. Ninguno de ellos podrá ver, sentir, vivir, como yo, ninguno de ellos, de los otros, podrán jamás entrar en mis pensamientos.
Y me doy cuenta que una mujer me mira, la miro y desvía sus ojos de los míos.
Pero ellos van a ver algo que yo jamás podré ver directamente. Mi rostro.
Texto
Loida Roca
Fotografía
Loida García