Monday, March 26, 2012

¡Atraco a mano alzada!


Gritos y alboroto en medio de una clase llena de pasión pero a la vez algo agobiada por una irremediable falta de tiempo. Siempre nos falta el tiempo.


¡Atraco a mano alzada! – grita alguien. El silencio inunda la sala y de nuevo se reanuda el jaleo. Ese es el nombre idóneo para la exposición.


Era muy fina la linea que separaba el miedo de la fascinación por aquellos lugares, los cuales mi padre me enseñó a amar desde pequeña. Aquellos espacios tenian algo mágico, místico, creativo. Eran oscuros, silenciosos, en medio de pequeños parajes rurales. Eran espacios que traian los ecos de un pasado tenebroso, o quizás no era más que el eco de mi madre llamándonos.
... Papá seguía de pie inmerso en paz y silencio. Yo creo que en esos momentos él oraba y meditaba, no tanto por lo representado en esas imágenes sino más bien por lo que él mismo veía en ellas. Ellas eran la historia.

Fuese lo que fuese lo que mi padre pensara en esos momentos, lo que está claro es que lo consiguió, tal vez sin querer, consiguió que  yo también me apasionara por ellas. Por aquellas imagenes, para muchos oscuras, de esos espacios, para muchos cerrados.
Para nosotros eran espacios de paz, espacios de nuestra historia.

Por esa razón, en el momento en que Jaime- mi profesor de dibujo- nos planteo la idea de hacer una exposición sobre la re- interpretación del arte, no tuve dudas de que yo quería re-interpretar el arte románico, que de alguna forma inconsciente quizás, me ha sido de gran influencia.







 Me pareció poético el re-interpretar la historia, por medio de mi misma historia. Así como tantas veces re-interpretamos nuestra historia con otras historias que nos marcan. Muchas veces re-dibujamos aquello que en un principio nos parecia bello, adecuado, porque nuestra percepción cambia y también la perspectiva en la que la miramos. Perspectiva. Así que sin miedo volvemos a trazos anteriores para encontrar la línea correcta. La más bella, aquella que simplemente nos es inspirada, aunque a veces no comprendamos. Simplemente has de intentar no volver a re-tomas los mismos trazos, aquellos que te condujeron a ser una copia más, una insulsa obra sin sentido para crear la más preciosa pieza de arte.


              Pinturas del "Mestre de Pedret" 
Ilustración: Loida Roca
Texto: Loida Garcia y Loida Roca


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